lunes, 16 de febrero de 2009

Anochecer
Luna echada suspiró tranquila
mansamente empanzada en la montaña.
Despertando azulada y profunda
contra el blanco persistente del día.
Echó a volar a cielo traviesa
duplicada en un nado silencioso.
El cristal del río
su piel aterciopelada raspó.
Siguiendo su camino andaban mis sentidos:
olores, sabores, naturalezas que encontrar.
Me alunizan los colores,
como fuentes manantiales de luz.
Me perfuman
el bosque
su madera húmeda enverdecida
sus irisadas flores silvestres
con abejas amamantadas
las piedras calientes del lago
y sus troncos de vida acuática
árboles que fueron sonajeros del viento
cáscara verde del monte
árboles que son ahora
esqueletos de elefante
bebiendo en las orillas
sus últimos eternos tragos.
Luna quiso vernos de cerca
zambullirse en el río
plancharse en el agua espejada
quiso bajar para comer los frutos dulces
en su soledad astral ser amada
contenida por el mundo
abrasada en un fuego nocturno
bajo la danza ritual de los álamos.

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