jueves, 14 de octubre de 2010

La poesía es mi mejor forma de cantar

Para mi abuela Cecilia

que se nos fue

y para vos viejito

(para leer con vos quebrada, anegadiza)


Padre veo una tierra extraña de arena sin relojes
mojada tiembla, mojados los pies de orilla de tus pupilas
Padre veo una infancia enterrada
tenue golpetea desde el fondo bidón
de la fonda, desde el cajón de guitarra
con que está hecho tu pecho
Padre veo inútiles rieles de tranvía
que la ciudad va socavando y olvida
Padre cuéntame tu historia
Renueva la forma de amar las palabras
con que nos decimos y nos hacemos
con que nos damos fantasía
Para que yo la cuente, otra vez, algún día
Padre tararéa una canción cualquiera
de tu tátara tátara tátara abuelo


en un día de sol
la dejaré secando


anunciando azules y amarillos
una que traiga el brillo de tu voz primera
el fuego amable de las primeras palabras
que confundieron a las voces de los primeros bosques
que le dieron a nuestra infancia tantos maravillosos nombres
el grillo amable que con-vida sueño
Padre te debo toda la poesía que hoy bebo
toda la poesía que me embriaga
y me embarca en los mares del vino
y nuevas metáforas nos besarán en la boca
(en la boca de besar y decir y atemorizar las sombras)
profundos de lucidez y alegría
A cada verso a-rimaré tu canción padre
Mi propia infancia se aleja con pretensión de horizontes
envejece entre tus manos de carpintero,
de doctor, de filósofo, de loco, de buen amigo

Hubo una vez un niño

pero habrá niños después
más niños cantarán después
nuevas posibilidades pa' la alegría
y cantarás canciones de lluvia
ya verás
y otras de primaveras que pintarán los blancos inviernos
le ofrecerán color a la luz y luz a la oscuridad
Entonces por los niños brindo brindándoles mi humanidad
humildad
tal vez la buena costumbre
de llenar de tumbos toda la tierra y sacudir las tumbas de los dioses
y de los mortales por supuesto
de todos los poetas muertos
de todas las mujeres y los buenos hombres que han muerto
que siguen aún vivos en los tambores y los fulgores
en los eternos fuegos de la palabra