lunes, 14 de junio de 2010

El vino del mar

siempre el mar

–toda la potencia del mar-

tiene sed de eternidades

El viento trae

una flauta y un quejido

róbale a pláyala

misterios de marla

secretamente guardados

en grutas y caracolas.

El viento marino es una flauta

su brisa no sabe de distancias

trae la sal y la música

lenguas de extraños sonidos

que aprendieron a nombrar el mar

y a navelar en su gran estómago.

No existen puentes

para cruzar el mar

por razones evidentes

no por las distancias

sino por las botellas

que son nuestros cuerpos

que llevan mensajes

a otros cuerpos lejanos

a través del horizonte

desde el fondo de nuestro mar.

Nadie es extranjero en el mar

estar en el mar

es como estar en un vientre

antes de nacer

es estar en el mar.

Mirar el mar

es como mirar el cielo

o los ojos nuevos de un niño

marear el mar

sobre maderos imposibles.

Amar el mar

amar a mares

amar es

buscar naufragios dentro del mar

romper como tifones en el oleomar

aquietar el incansable follaje del mar.

No alcanzan las mentirosas fronteras

ni miles de poemas alcanzarán

para contener a marla

los dioses tiemblan ante su voz

sirénanse sus aguas sexuales

arremolinadas en los dos sexos del mar.

Y todos los argonautas del tiempo

soñaron con poder conquistarlo

dándole rápidas naves al hombre

y fragilidades

para perseguir imposibles

y perdurar en historias

a través del tiempo

a través del vinolento mar.