martes, 27 de abril de 2010

Fábulas elementales

Para Ce

El fuego arde y el fuego cruje
La abuela cuenta fábulas
Elementales
Fábulas que arden
Fábulas que crujen
La abuela nombra los orígenes
Así las sombras ya no asustan
preparan las historias para el misterio
entonces
las sombras también arden
las sombras también crujen
La abuela cuenta que la nieve afuera
Gotea suave desde la luna
y se le parece
La abuela cuenta que la nieve cae
Siempre en cuarto menguante
Que la luna se deshace y nieva
Y cubre el mundo que no arde
Y cubre el mundo que no cruje
Silencia todo la luna con su agua lenta
La abuela cuenta lo largo del invierno
Lo difícil del mundo allá fuera
La abuela promete junto al fuego
que el horizonte arderá
que crujirá el horizonte
promete la abuela cada noche
un sol nuevo en la ventana
cada noche seguimos sus fábulas
hasta hacerlas nuestras
hasta saber contarlas
hasta que un día oímos el río
y reímos con el agua que corre
rápida contra un fondo verde
y toda la blancura de la luna se derrite
y se llena de nuevo su óvalo lento
y la vida ya nos arde arde dentro
y la vida dentro ya nos cruje ruje
bulle febril la vida
desde y fuera del cuento.

miércoles, 14 de abril de 2010

Lumen

Si la vida es un sendero entre luz y sombra enmarcado
¿qué papel representa en el sendero el caminante?
(¿cómo será la etimología
de la palabra alumbramiento?)
El viajero repite, en la dinámica del andar,
paradójicamente su propia vida.
Así el viaje se vuelve una vida dentro de otra
pero la vida ¿un viaje dentro de qué?
El viajero en la noche ilumina el cielo con fogatas.
La noche en el viajero siembra estrellas y preguntas.
(¿nacer a la mentira de la luz?
¿alumbrarle la vida a otro?
¿darle ojos a quien trista?
¿Darle fuego a una visión? )
Una vez me perdí en una infancia gigantesca.
Otra en un bosque del sur con olor a principios.
Otra lo hice en palabras o encrucijadas de papel.
Recuerdo cielos de hospitales y la vez que fui robado
por tres niños, el olor a pegamento y el dolor a vida.
Aulas llenas de teoría y la palabra de un maestro:
"los hombres de letras beben palabras en solitaria penitencia",
aunque él era el contraejemplo de tal afirmación.
Por no traerte aquellos labios de sangre y pólvora
aquellos labios que hablaban de revoluciones
y eran rojos y eran rápidos
y no eran esclavos de otros besos.
Quiero hacer un mapa de mi vida,
marcar mis hitos geográficos,
las circunstancias y la coincidencias.
Qué retrasos, qué impuntualidades,
qué colectivo roto me dejó tendido
en la esquina de Tus Abrazos y Avenida Amares.
Estuve breve en el principio de mi existencia
con moco, baba, placenta y ojos bien cerrados,
fui arrojado, como todos, a la sentencia de existir,
a vivir el latido profundo de los hombres efímeros.
Pido en el fin, tenga el rostro que tenga,
recordar todo lo que dejo llorando
con esa rabia loca de nunca más volver.
No como mi abuelo que anda pisándose la sombra
y tiene los ojos conmovidos de ausencia,
tan negros Lalito, que no me miras.
Quiero
caminos y veredas y bandadas y la cruz del sur
tatuada en el pecho abierto de mis sueños
y barriletes y estrellas fugaces o el éter
es un barril de vino donde frugal bebo la vida
hasta llorar lágrimas violetas o violentas alegrías.

jueves, 1 de abril de 2010

Los hombres que detuvieron el tiempo

Sintiéronse solos y fríos en la muerte

Dejaron de beber axiomas y poesías

Olvidaron la mujer en un vaso de vino

Estos hombres vieron su reflejo curvo

En cuchillas de sangre y olor a rosas

Tuvieron en sus manos vibrante la vida

La regalaron no se a qué sombras

El tiempo no latió en sus manos

Sus rostros se fueron bañados de río

Para nunca más volver a ser los mismos

Estos hombres despreciaban las raíces

Y comulgaban la liviandad del aire

No pudieron soportar el peso en sus espaldas

Todos los caminos paresíanles inabarcables

Olvidaron los gestos pequeños por grandes acciones

No temblaron con la música ni danzaron con la lluvia

Pasaron por el mundo como extranjeros

No pudieron dar la palabra ni la mano al amigo

Porque sobrestimaron su símbolo: una trama de araña

Opuesto al nuestro: una flecha cortando el aire