viernes, 30 de enero de 2009

Delirio apalabrado

Elijo algunas cuantas palabras
y hago de ellas esta etimología
quizás errando un tanto los sentidos
sin fe de erratas
con la creencia en el azar
que roe el tiempo y el espacio
para desgajarle posibilidades

La palabra horizonte
es ancha como un rinoceronte
y se amarilla a veces
contra la sabana africana

La palabra cereza suena
como si toda la ser se le erizara
crisposa y agridulce

La palabra comadreja
tiene una pausa rabiosa
quizás ande coja la pobre

La palabra ombligo parece
muy centrada y narcisista
y sin eme me dan danas de borrarla

La palabra ciclista es redonda
nos insta al movimiento perpetuo

La palabra sandía
lleva el sonido ingles para el sol
y el tiempo que dura su brillo

La palabra nunca es horriblemente determinante
suena a quimera a mera prohibición

La palabra siempre es humanamente nostálgica
como la palabra muerte o vejez o trascendencia

La palabra torcaza suena a pajaricidio

La palabra chaleco como la palabra frac
suenan ampulosas como catedrático

La palabra camisón suena a ritmo casero de colchón
a te de tilo y desencanto, a son de cama agotado sin tambor

La palabra prestidigitador me suena prestada
a trampa a ilusión, nada agitadora
como su hermana Juglaresca

La palabra esperanza suena a espera con panza
a gorda sentada y vencida,
a veces hay que levantarla de sí misma
para que la pobre por fin sea posible
Las palabra puede evocar tantos recuerdos
como amapola que es hermosa y me trae
a mi abuela la Pola
que regaba la vida como el sol
y con sus palmas doraba
mi cabello castaño
mi abuela ella misma era una flor
Hortencia en verdad se llamaba
por lo que era también una huerta
y amaba como la tierra sabe amar a sus flores

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