Palabra de barro
Puedo
Puedo hacer
Puedo hacer una palabra
Puedo hacer una palabra como un cuenco
Un cuenco como una palabra puedo hacer
Un cuenco como una palabra que se colma
Una palabra que se colma a lo que tu la sometas
Sometida y rebelde al tiempo mismo
Al mismo tiempo de su creación
De su creación al hombre mismo
Al mismo hombre sometido a su palabra
De su palabra al mismo tiempo rebelde
Una palabra puedo hacer entonces
Criarla puedo
Puedo darle alas
Darle caminos para que elija por dónde
Por donde elija habrá caminos
Y caminos habrá espesos en sombras
Y habrá otros en zorzales espesos
Expreso un camino posible para esta palabra
Esta palabra como un cuenco
Un cuenco como de barro y sol y agua y manos posibles
Una palabra que fue cantera y fue un hombre
Fue un artesano que temprano su barro buscó
para hacerla posible en un mundo
imposible de palabras
de palabras de plástico y eterno metal.
Fantástico
ResponderEliminarSanti me hiciste acordar a esta canción que me hizo escuchar una amiga:
ResponderEliminarEsdrújulo
(Daniel Viglietti)
Se trata cósmicos de ser más fértiles,
de no ser tímidos, de ser más trópicos,
de ir a lo pálido, volverlo térmico,
sentirse prójimo de lo más lúdico,
con verdes lápices trazar el ámbito
de lo que mágico rompe los límites,
buscar lo hidráulico de lo volcánico,
librar la métrica, cambiar de sílabas.
Y con elásticas formas anárquicas
tocar lo afónico que suene homérico,
fundar metáforas, crear la hipótesis
de que lo asmático se vuelva oxígeno.
Situar la brújula al sur paupérrimo,
armar las síncopas contra los déspotas,
cambiar la tónica por una séptima,
tocar en triángulo sones esféricos.
Y a los dogmáticos tan poco orgásmicos,
casi ni eróticos de ser tan púdicos,
a esos acríticos de sesgo andrógino
decirles ”gélidos, no sean retrógrados”.
Y con armónicos cantar bien nítido
contra lo frígido luchando tórridos,
con armas múltiples llamando cálidos
fondos oceánicos de lo más lúbrico.
El ritmo cíclico del vals esdrújulo
es cual la sístole que va a la diástole,
todo cardíaco de andar eufórico,
nada presbítero, más bien sacrílego.
Amando nínfulas que sueña grávidas,
el vals acróbata cruza los vértices
llamando gráciles criaturas prístinas,
seres prolíficos de lo aún inédito.
Y a los arácnidos volverlos líricos
y a sus ejércitos juzgarlos rápido
mediante un árbitro de juicio ecuánime
que encierre en cárceles impunes pérfidos.
Y los políticos de gesto tránsfuga,
los impertérritos, los siempre cómplices
caerán patéticos en lo espasmódico
cuando lo enérgico les corte el tránsito.
Con lo poético del vals arrítmico,
que está en lo crítico de sus propósitos,
no pueden síncopes ni golpes fúnebres,
ni es por patíbulos que quede acéfalo.
Ni es por trifásicas que olvide históricas
luchas titánicas por lo inalámbrico,
por lo que ubérrimo se alza eufórico
y anuncia próximos cambios históricos.
Cuando el pobrísimo tome las cúpulas
y los famélicos tomen las Áfricas
y los indígenas tierra amazónica
y los mecánicos tomen las fábricas
y los utópicos salgan del prólogo
y los daltónicos pinten lo nítido
y los chuequísimos bailen de júbilo
ya lo terrícola será libérrimo
cual ritmo cíclico de un canto esdrújulo.
Una abrazo